NOTICIAS DEL CORAZÓN

 

Apóstoles del Sagrado Corazón de Jesús  Anawin

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03/08/2024 | Actividades | Devoción

Oración de Desagravio - Nuestra Señora en Fátima

En su tercera aparición, el Ángel trae a los pastorcitos la Sagrada Eucaristía, les enseña a hacer la Comunión Reparadora y repite con ellos un lindísimo acto de desagravio, profundamente teológico.

ORACIONES DE FÁTIMA – ORACIÓN DE DESAGRAVIO – ÁNGEL DE LA PAZ

Es el mismo Ángel quien, se postra en tierra para adorar la Presencia Verdadera, el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo:

«Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la Tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores.»

Después de repetirla 3 veces, tomó de nuevo en la mano el Cáliz y la Hostia. Le dió la Hostia a Lucia y el contenido del Cáliz lo dio a beber a Jacinta y Francisco, diciendo al mismo tiempo: “Tomad el Cuerpo y bebed la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios.”

De nuevo se postró en tierra y repitió con los niños hasta por tres veces la misma oración: Santísima Trinidad….y desapareció.

Hay que aclarar que Lucia ya había recibido la primera comunión, pero Francisco y Jacinta aún no. ¿Y por qué el ángel no le dio de comer la hostia a Francisco y Jacinta y en cambio les dio de beber el cáliz? La explicación parece ser que el cáliz es la imagen bíblica del sufrimiento. Jesús les preguntó los apóstoles Juan y Santiago si están dispuestos a beber el mismo cáliz que Él. Entonces aquí, señala el destino que en pronto tendrían Jacinta y Francisco, que morirían a una edad muy temprana en medio de sufrimientos que entregaron al Señor.

Esta oración que el Ángel les enseñó, fue como una preparación para la comunión y acción de gracias.

Ese signo de adoración, el postrarse, es relevante hoy más que en ese entonces, ya que hoy en día, debido a que se ha generalizado la administración de la Santa Comunión en la mano, hay más oportunidad de profanaciones y sacrilegios. Cuan a menudo hemos escuchado incluso a la Jerarquía Eclesiástica lamentarse que «hemos perdido el sentido de lo sagrado»! Esa es una de las más asombrosas afirmaciones que puede pronunciar un hombre de Iglesia… Sin embargo, podría ser que no lo hayamos perdido del todo, ya que el sentido de lo sacro lo podemos encontrar dondequiera se salvaguarde la reverencia por el Santísimo Sacramento, y sea una práctica de suprema importancia.

Estas son las profundas enseñanzas del Ángel de Portugal: reverencia, adoración y reparación a Jesús presente en la Hostia consagrada. Nos enseña a adorar y reparar por encima de todo, ahí donde el amor no es amado: donde no es apreciado, donde es humillado, pisoteado y ofendido.

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Las apariciones del Ángel a los Pastorcitos de Fátima
Un gran Mensaje de Amor
Primera Aparición

En la primavera de 1916, los tres Pastorcitos LUCIA , con 10 años de edad, JACINTA, con siete años y su hermano FRANCISCO, con nueve años de edad, vieron un Ángel cuando pastoreaban el rebaño de su familia cerca de la casa de ellos, en un lugar llamado “Loca do Cabeço”. Después de haber comido y realizadas sus oraciones, los tres Pastorcitos vieron pararse una luz por encima de los árboles, que apuntaba para el Oeste, más blanca que la nieve, con la forma de un hombre joven, transparente como el cristal y de una gran belleza. El Ángel se identificó como el Ángel de la Paz y dijo a los niños que rezaran a Jesús y a María diciendo las siguientes palabras: Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman.”

Segunda Aparición

La segunda Aparición del Ángel fue durante el verano. Los tres Pastorcitos, pasaban la hora de la siesta a la sombre de los árboles, cuando de repente, el mismo Ángel surge otra vez, con el mensaje de que la oración y el sacrificio traerían paz a su país: “¡Orad! ¡Rezad mucho! Los Corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia. Ofreced constantemente al Altísimo plegarias y sacrificios. De todo lo que podáis, ofreced un sacrificio en acto de reparación por los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores. Atraed así sobre vuestra Patria la paz. Yo soy el Ángel de su Guarda, el Ángel de Portugal. Sobre todo, aceptad y soportad con sumisión el sufrimiento que el Señor os envíe”. Estas palabras impresionaron mucho a los tres niños. Ellas fueron como una luz que les hizo comprender quien es Dios, su amor, el valor del sacrificio y la virtud de la conversión de los pecadores. Desde entonces, Lucía, Jacinta y Francisco comenzaron a ofrecer a Dios todo aquello que les mortificaba.

Tercera Aparición

La tercera Aparición del Ángel fue en Octubre o a finales de Septiembre. Los tres Pastorcitos estaban rezando el Rosario cuando el Ángel apareció, teniendo un Cáliz en sus manos, con una Hostia suspendida sobre el, de la que caían algunas gotas de sangre para dentro del Cáliz. Dejando el Cáliz y la Hostia suspendidos en el aire, el Ángel postrose en el suelo y repitió tres veces la siguiente oración: “Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los meritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os pido la conversión de los pobres pecadores”. Después, levantándose, tomó otra vez el Cáliz y la Hostia en sus manos. Dio la Hostia a Lucía y a Jacinta y, a Francisco dio el contenido del Cáliz a beber, diciendo al mismo tiempo: “Tomad y beber el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios”. Una vez más, el se postró en tierra y repitió con los Pastorcitos tres veces la misma oración: “Santísima Trinidad…”. Después desapareció.